banner

La Corte Internacional de Justicia de La Haya falló en contra de las pretensiones de Evo Morales de sentar a Chile a conversar sobre una salida soberana al mar. Este ha sido un duro revés para el populismo encarnado en el presidente boliviano que aspira a ser un dictador democrático. También ha sido un golpe duro para el ilusionado pueblo de Bolivia, a quien sucesivos gobiernos le han vendido la idea de que pueden recuperar su salida al mar con soberanía. Lo peor de todo es que el fallo de La Haya, aunque definitivo, no significa en lo absoluto el fin del populismo boliviano, como lo acaba de confirmar el propio Evo Morales al informar que persistirá en sus aspiraciones marítimas a costa de Chile.

Tal vez algunos se pregunten por qué una legítima aspiración nacionalista puede ser tildada como populista. Bueno, porque una de las características principales del populismo es precisamente alentar el nacionalismo. El líder populista necesita encender el sentimiento patriótico de su pueblo para que lo vean como el líder que guía a la nación hacía la tierra prometida. Nada hace mejor el populista que avivar el fuego de las emociones colectivas ofreciendo sueños, incluso sueños imposibles o falsas quimeras. Dentro de este discurso nunca falta el enemigo del pueblo. Siempre hay un enemigo externo, poderoso y malvado, que acecha al pueblo causándole todos los males que padece, que le impide sus justas aspiraciones, y del cual el líder populista los defenderá con valentía, apelando a bravatas con lenguaje socarrón y hasta soez.

El montaje del populismo boliviano apunta al «mar con soberanía». Un capricho patriotero que carece de mayor significado en el mundo real, dado que lo que realmente importa es tener el acceso al mar. Y Bolivia lo tiene. No solo por Chile sino incluso por Perú. Y hablamos de accesos privilegiados que no le imponen carga alguna a Bolivia por el uso de puertos, playas o instalaciones. En buena cuenta, los bolivianos pueden llegar al mar cuando quieran, sin restricciones. Tienen 40 Kms de litoral a su entera disposición al sur del Perú si no quieren salir por Chile. Pero no lo usan. Y sin embargo el populismo tradicional en los gobiernos de Bolivia fabrica el monstruo mental del encierro boliviano, para seguir vendiendo la promesa del «mar con soberanía» sin la cual no tendrían el apoyo popular que necesitan.

La aventura populista de Evo le ha costado caro a Bolivia, por el oneroso gasto que significó llevar la disputa a La Haya sin tener mayores sustentos legales. Cualquier buen abogado les hubiera podido decir que no tenían posibilidad alguna de ganar, ya que su exigencia era bastante atolondrada: obligar a Chile a negociar una salida al mar para Bolivia. En el mejor de los casos tan solo hubieran conseguido que Chile les jale una silla para que se sienten a negociar, pero sin ningún tipo de garantías de llegar a un acuerdo a corto plazo. Todo esto deja claro que lo único que Evo Morales buscaba era un triunfo internacional que lo convierta en el verdadero mesías del pueblo boliviano. Un fallo favorable a Bolivia solo hubiera sido favorable para Evo como líder, pero no para el pueblo boliviano, pues no habrían conseguido nada en realidad.

El populismo latinoamericano tiene la misma escuela, ya sea en Cuba, donde por más de medio siglo Fidel Castro intoxicó a su pueblo con el odio a los EEUU, o como ocurre ahora en Venezuela desde el surgimiento del chavismo. Ocurrió también en otros países como en Ecuador, donde José María Velasco Ibarra engañaba sin escrúpulos a su pueblo con el sueño de ser un «país amazónico», ofreciéndoles recuperar su soberanía sobre el Amazonas arrebatada por el Perú. Lo mismo que Evo Morales en Bolivia, Velasco Ibarra desconoció el tratado de límites con Perú y fabricó argumentos históricos y mapas oficiales que incluían territorio peruano que se extendía hasta el Amazonas, como si fuera ecuatoriano, además de sembrar el odio al Perú, señalado como enemigo de la patria. Todo este cúmulo de mentiras y fantasías se mantuvo por años a cargo de varios presidentes ecuatorianos, quienes no tuvieron el coraje para desengañar a su pueblo, hasta que acabó en la llamada «Guerra del Cenepa», donde Ecuador tuvo que reconocer sus verdaderos límites.

También ha ocurrido en el Perú con respecto a Chile en disputas menores que acabaron en La Haya, y en Argentina donde el delirio populista y nacionalista de la dictadura militar los llevó a la guerra de Las Malvinas. Lamentablemente los embustes de los populistas calan en el sentimiento popular y se convierten en una cuestión patriótica que luego no se puede remediar por las vías de la razón. Al populista no le importan los costos de sus mentiras y de sus arrebatos nacionalistas Sin duda el caso más fatídico y extremo de esta conducta populista fue Adolfo Hitler, quien convirtió a los judíos en el objeto de sus odios nacionalistas. Debemos advertir a los pueblos cada vez que emerge un populista con un discurso nacionalista, tratando de llevar a toda una nación hacía una aventura irracional contra un enemigo fabricado. Tanto el populismo como el nacionalismo son males que debemos extirpar de la política.

http://contraelpopulismo.com/2018/10/el-fracaso-del-populismo-boliviano/

banner
crypto & nft lover

Johnathan DoeCoin

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit. Ut elit tellus, luctus nec ullamcorper mattis, pulvinar.

Follow Me

Top Selling Multipurpose WP Theme

Newsletter

banner

Leave a Comment

crypto & nft lover

Johnathan DoeCoin

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit. Ut elit tellus, luctus nec ullamcorper mattis, pulvinar.

@2022 u2013 All Right Reserved. Designed and Developed by PenciDesign