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A pesar de que Bergoglio diga que «los comunistas robaron la bandera de la pobreza» a la iglesia, su enfoque para solucionar el problema es claramente estatista, dirigista y antimercado.

Cuando en 2005 el cardenal Joseph Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI, algunos argentinos ilusionados con la postulación de Jorge Bergoglio vieron frustrados sus anhelos y pensaron que jamás verían a un compatriota a la cabeza de la Iglesia católica.

Incluso algunos medios de comunicación tomaron con humor la posibilidad, considerando que no existía ningún chance de que un argentino saliera al balcón del Vaticano luego de la fumata blanca.

Sin embargo, sorpresivamente, el alemán decidió dimitir a su puesto ocho años después en una actitud sin precedentes en los últimos siglos. Hay que remontarse a 1415 para encontrar la renuncia más próxima, episodio ocurrido durante el papado de Gregorio XII.

Ante una nueva elección, Bergoglio nuevamente apareció entre los cardenales postulantes, y un día como hoy, hace 5 años, enmudeció al planeta con su sorpresiva designación.

Su nombramiento generó un fervor en las iglesias argentinas que repentinamente se llenaban durante las misas de domingo. El impacto del nuevo papado repercutió también en la política y la muestra más clara fue el cambio de actitud del kirchnerismo, que pasó de señalarlo de ser «colaborador de la dictadura» a verlo como el argentino más importante de todos los tiempos.

Sin embargo, con el correr de los meses y ante sus primeras manifestaciones, la figura de Bergoglio dejó de ser un punto de encuentro para los argentinos y se convirtió en un factor de discordia. Su alineamiento con el kirchnerismo, su simpatía por los gobiernos socialistas autoritarios y su claro perfil de izquierda hizo que para muchos se convierta en un referente, pero para otros, todo lo contrario.

Claro perfil ideológico
Francisco no ha dejado dudas en cuanto a su perfil ideológico, ni deja nada sujeto a la interpretación. Para el actual papa el dinero es malo (más precisamente «estiércol del diablo») y la economía de mercado es un sistema que genera exclusión, pobreza y miseria.

En palabras del mismo pontífice: «el capitalismo salvaje» enseña la lógica del beneficio «a toda costa» generando «explotación sin pensar en las personas». Según Francisco, este es el problema de «la crisis que estamos viviendo».

El papa argentino también se dedica a las cuestiones económicas concretas, como responsabilizar a la «desregulación» de la economía de mercado para justificar las últimas crisis europeas. También mezcla cuestiones de sueldos e informalidad con cuestiones religiosas: «Pagar salarios en negro es un pecado gravísimo».

Según Francisco, eludir algún impuesto representa «la negación de la solidaridad», ya que «además de ser un acto ilegal, niega la ley básica de la vida: la ayuda recíproca».

Además de las cuestiones religiosas y legales, Francisco también cuestiona moralmente al «capitalismo», al que solo le reconoce la «filantropía» y «no la comunión». Para el pontífice «donar una parte de las ganancias» da la posibilidad de evitar «tocar y abrazar a las personas que reciben las migajas».

Con solo analizar un par de frases del pontífice podemos advertir que el papa desconoce lo que es el dinero (una herramienta que facilita los intercambios), que ignora por completo el rol de las bancas centrales y sus distorsiones que generan en la economía de los países, que considera que el Estado debe tener el monopolio de cuidar al prójimo y que no tiene la más mínima idea de las reglas más básicas de la economía. Mientras que pide salarios altos por ley, se queja de los sueldos informales, al igual que cuestiona la evasión de impuestos, luego de mostrarse a favor de las altas cargas impositivas para la supuesta redistribución del ingreso.

Ante esta clara carga ideológica, se le consultó su posición acerca del comunismo y si él era partidario de este modelo. Su respuesta fue que «los comunistas son los que piensan como los cristianos» a la hora de preocuparse por los pobres. Por lo tanto, se entiende que no cuestiona el manual de la izquierda para tratar el tema de la pobreza. Solo reconoce una agenda en común… que dicho sea de paso, por sus afirmaciones, es más que una agenda.

Actitud poco cristiana
Más allá de convalidar un modelo equivocado, el papa Francisco ha demostrado muy poco interés a la hora de referirse a las víctimas del socialismo en la región, sobre todo ante el desastre total y la opresión de los pueblos de Cuba y Venezuela.

Su rechazo a la hora de recibir a las víctimas del castrismo y su silencio ante el drama venezolano le han generado diversas críticas en la región:

«El silencio de Bergoglio ante la perversidad del régimen (de Nicolás Maduro) es ya intolerable, es decir, frente a la represión, los crímenes, el hambre, la enfermedad y el destierro que sufren los venezolanos», afirmo el expresidente colombiano Andrés Pastrana.

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